Viajé a Santiago para el día de la madre. Internacionalmente asociado con el 10 de mayo, este año se celebró el domingo 9. Fue agradable, junto con mis hermanas preparamos desayuno para mi madre y le regalamos un presente. Cumplimos con nuestro rol en este día, y mi madre era la festejada, ése era su papel.
El papel que nos correspondió era de hijo, es un rol adscrito que obtuvimos en el momento de nacer, e incluso antes. Para esta situación el rol estaba prescrito, era algo así como “el hijo ideal”, y la sociedad esperaba que actuáramos de la manera más apropiada. Pareciera que hay una distancia de rol, que desarrollamos el rol de hijo ideal porque nos convenía y no nos involucramos emocionalmente, pero no fue así.
Como este día está dedicado a la madre, se espera que el hijo se comporte de una manera ideal y dedique todo su día a ella, a compartir con ella, agasajarle, etc.
Aquí hay un modelo del rol que hay que adoptar, y en esto también se puede ver claramente la influencia que ejercen los medios de comunicación sobre nosotros, al comenzar desde antes del mes de mayo con programación publicitaria relacionada con esta fecha, en la que se muestra el mejor hijo del mundo obsequiando perfumes o ropa a su madre, llevándole el desayuno a la cama, etc.
Siguiendo ese modelo de rol, creo que no lo hicimos mal con mis hermanas, cumplimos con el papel que nos correspondía y creo que si se evalúa comparando con el modelo, que es sabido por todos, aprobamos.
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